A veces, el poder de transformar una vida comienza con una decisión sencilla: creer en una niña o en un niño.
Eso fue lo que quedó claro durante la visita de Andrew, CEO de World Vision, a la comunidad de Cielo Mazahua, en México, donde tuvo la oportunidad de conocer a Valentín, su niño apadrinado. Un encuentro que confirmó que el apadrinamiento es mucho más que un apoyo: es un vínculo que transforma realidades, sueños y corazones.
Andrew llegó a Cielo Mazahua con la intención de acompañar y conocer de cerca el impacto del apadrinamiento. Sin embargo, al encontrarse con Valentín, comprendió que este compromiso no es un acto unilateral.
Cuando un niño sabe que alguien cree en él, algo profundo sucede. Se fortalece su confianza, se amplían sus oportunidades y se reafirma la certeza de que su futuro importa.
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En los juegos compartidos, en las risas espontáneas y en los momentos de conversación, Valentín mostró la seguridad de un niño que se sabe acompañado. El apadrinamiento le ha permitido crecer con esperanza, acceder a oportunidades y sentirse protegida dentro de su comunidad.
Pero el impacto no termina ahí.
Mientras Valentín fortalecía su confianza, Andrew redescubría el valor de lo esencial: la alegría simple, la importancia de la presencia y la fuerza que tiene el amor cuando se convierte en acción.
Durante un momento de oración compartida, quedó claro que el apadrinamiento no se trata solo de brindar apoyo material. Acompañar es caminar al lado, escuchar, aprender y construir juntos.
El apadrinamiento transforma dos vidas: la de una niña o niño que crece con oportunidades reales y la del adulto que, al involucrarse, vuelve a mirar el mundo con esperanza.
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El impacto del apadrinamiento no se limita a una sola niña o niño. En comunidades como Cielo Mazahua, este compromiso impulsa procesos de desarrollo integral que fortalecen a las familias, promueven la protección de la niñez y generan entornos más seguros para crecer.
Valentín es reflejo de lo que sucede cuando una niña o niño recibe acompañamiento constante: se empodera, cree en sus capacidades y se convierte en protagonista de su propia historia.
La visita de Andrew fue un recordatorio vivo del propósito de World Vision: caminar junto a la niñez para que pueda desarrollar todo su potencial.
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