En México, miles de niñas y niños viven en contextos de vulnerabilidad que limitan su acceso a derechos tan básicos como la educación, la salud o una alimentación adecuada. Sin embargo, cuando una persona decide convertirse en padrino o madrina, puede marcar una diferencia profunda en la vida de una niña o niño. Esta es la historia de Gabriel, un testimonio real de cómo el apadrinamiento transforma vidas.
“Antes de tener un padrino, mi vida era muy diferente”, nos cuenta Gabriel. Él creció en una comunidad donde su familia tenía que elegir entre comprar comida o útiles escolares. “Mi mamá hacía todo lo posible, pero las dificultades eran muchas”, recuerda.
La falta de recursos limitaba sus oportunidades. No siempre podía asistir a clases con los materiales necesarios, y en muchas ocasiones no participaba en actividades escolares porque no tenía uniforme ni libros. Esto no solo afectaba su aprendizaje, también le hacía sentirse aislado.
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Todo cambió el día en que Gabriel recibió la noticia de que alguien, desde lejos, quería apoyarlo. “Al principio no lo podía creer. ¿Cómo alguien que no me conocía podía querer ayudarme?”. Esa generosidad encendió una luz en su vida. Por primera vez, sintió esperanza y seguridad.
“Mi corazón latía muy rápido. Sentí algo que no había sentido antes: seguridad. Saber que alguien me estaba apoyando me hizo sentir especial”.
Para Gabriel, su padrino no solo representa una ayuda financiera. A través de cartas y mensajes, ha recibido palabras de aliento que lo acompañan todos los días. “Siempre me dice que puedo lograr mis metas si trabajo duro y creo en mí mismo. Esas palabras me inspiran mucho, sobre todo cuando dudo de mis capacidades”.
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Este tipo de acompañamiento emocional es clave para el desarrollo de la autoestima en la niñez. Sentirse visto, valorado y respaldado les da a las niñas y niños la confianza para soñar en grande.
Gracias al apadrinamiento, Gabriel participa activamente, aprende con entusiasmo y se siente parte de su comunidad escolar. “También he desarrollado más confianza en mí mismo porque sé que alguien está invirtiendo en mi futuro”.
“Quiero ayudar a otras niñas y niños como yo y demostrar que, con apoyo y esfuerzo, todo es posible”.
Así como Gabriel, miles de niñas y niños están esperando una oportunidad para crecer, aprender y soñar. Apadrinar es mucho más que una donación mensual: es un acto de amor que transforma el presente y el futuro de una niña o niño. Haz clic aquí para saber más del apadrinamiento de niñas y niños en México