Cuando decides apadrinar, entregas un regalo que no termina en Navidad: crece día a día en su salud emocional y sueños.
En medio del ruido, de las noticias y de la prisa, hay razones que se sienten más fuerte que nunca. Razones que te conectan con lo esencial: creer en alguien.
Cuando apadrinas, te conviertes en esa razón. La razón por la que una niña o un niño puede saber que alguien cree en su futuro.
Apadrinar no es asistencialismo: es acompañar, es impulsar, es construir un futuro juntos.
Un regalo que no se envuelve
... se construye.
Ese es el verdadero regalo que crece.
¡Apadrina ahora!